Novena: día 7

Día 7 de la novena

Oración Inicial

¡Oh Dios!, que en los orígenes tu Espíritu aleteaba sobre las aguas, para que tuviesen la fuerza de santificar, te rogamos desciendas con tu Espíritu, para que los que hemos renacido de las fuentes bautismales –tus hijos–, seamos ahora bautizados en el fuego del amor ¡Oh Dios!, que en la plenitud de los tiempos, tu Hijo, por obra del Espíritu Santo, se encarnó en el seno de la Virgen, te pedimos infundas tu Espíritu, para que se produzca como una encarnación de tu Verbo en nuestras almas, haciéndonos hijos en el Hijo ¡Oh Dios!, que en los días de Pentecostés, tu Iglesia, en Cenáculo con María, recibió la fuerza del Espíritu Santo; te suplicamos, Padre, envíes tu Espíritu sobre nosotros, tus Peregrinos, y realiza un nuevo Pentecostés, para ser así testigos de la alegría pascual de tu Hijo

¡Oh Dios!, que en la potencia creadora del Espíritu Santo, no dejas de enriquecer a tu Iglesia con nuevas vidas de santidad; te rogamos mandes, Padre, con tu Hijo, al Espíritu Santo: Espíritu de las Bienaventuranzas, Espíritu de unidad y caridad, para que hoy como ayer, la Iglesia de la Eucaristía, revitalizada en los dones y carismas de tu Espíritu, sea Sacramento de Unidad y salvación para todos los pueblos. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

DÍA SÉPTIMO

“Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?”

(Lc. 11, 13)
Meditación

Nuestro Padre quiere comunicarnos su Amor, mas para acoger dicho Amor, necesitamos ser sanados en lo profundo de nuestra alma, pues si el Amor ha sido la causa de nuestra existencia, sólo el Amor podrá darle sentido a nuestro vivir; sólo en el Amor se le puede dar respuesta al llamado eterno de la Palabra. El Amor provoca la fe, que anhela oír y escuchar la Palabra de vida. Cuando el Señor abre los oídos de un sordo significa que el Espíritu Santo retorna la comunicación que había sido rota por el pecado. Es por Él y en Él que se vencen todos los obstáculos de comunicación, haciéndonos así Sacramento de Unidad.

Abrir los oídos a un sordo es signo de la liberación que el Señor hace del aislamiento y de la incomunicación; Jesús viene a restablecer las relaciones rotas entre el hombre para con Dios, el hombre para consigo mismo, y el hombre para con el hombre, capacitándolo para una comunicación profunda y eterna; dándole una nueva sensibilidad radicada en el alma del que cree, sensibilidad que causa la escucha dócil y atenta de la Palabra de Dios. Por lo cual, ya no pasamos indiferentes ante los clamores de nuestros hermanos. Sólo en el espíritu podremos hacer vida aquellas palabras que brotan de los labios de Jesús: “Dadles vosotros de comer”, aunándonos por el amor en su Santo Cuerpo.

Oración Final

¡Abbá! Tú que al crearnos infundiste en nosotros el aliento de vida, y tras el pecado nos enviaste a tu Hijo Unigénito para salvarnos, te pedimos, por la intercesión de la Santísima Virgen María, que prepares nuestros corazones, para poder así nacer de nuevo en el Espíritu, dando testimonio de la Verdad. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.