Novena: día 4

Día 4 de la novena

Oración Inicial

¡Oh Dios!, que en los orígenes tu Espíritu aleteaba sobre las aguas, para que tuviesen la fuerza de santificar, te rogamos desciendas con tu Espíritu, para que los que hemos renacido de las fuentes bautismales –tus hijos–, seamos ahora bautizados en el fuego del amor ¡Oh Dios!, que en la plenitud de los tiempos, tu Hijo, por obra del Espíritu Santo, se encarnó en el seno de la Virgen, te pedimos infundas tu Espíritu, para que se produzca como una encarnación de tu Verbo en nuestras almas, haciéndonos hijos en el Hijo ¡Oh Dios!, que en los días de Pentecostés, tu Iglesia, en Cenáculo con María, recibió la fuerza del Espíritu Santo; te suplicamos, Padre, envíes tu Espíritu sobre nosotros, tus Peregrinos, y realiza un nuevo Pentecostés, para ser así testigos de la alegría pascual de tu Hijo

¡Oh Dios!, que en la potencia creadora del Espíritu Santo, no dejas de enriquecer a tu Iglesia con nuevas vidas de santidad; te rogamos mandes, Padre, con tu Hijo, al Espíritu Santo: Espíritu de las Bienaventuranzas, Espíritu de unidad y caridad, para que hoy como ayer, la Iglesia de la Eucaristía, revitalizada en los dones y carismas de tu Espíritu, sea Sacramento de Unidad y salvación para todos los pueblos. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

DÍA CUARTO

“Había entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo, magistrado judío.Fue éste a Jesús de noche y le dijo: «Rabbí, sabemos que has venido de Dios como maestro, porque nadie puede realizar los signos que tú realizas, si Dios no está con él.» Jesús le respondió: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de nuevo no puede ver el Reino de Dios.» Dícele Nicodemo: «¿Cómo puede uno nacer siendo ya viejo? ¿Puede acaso entrar otra vez en el seno de su madre y nacer? » Respondió Jesús: «En verdad, en verdad te digo que el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios»

(Jn. 3, 1-5)
Meditación

¡Madre Santísima María! A ti que eres la Esposa del Espíritu Santo, hoy te pedimos nos concedas la gracia de nacer de nuevo en el Espíritu. Sabemos que por el bautismo nacimos en el seno de la Iglesia a la vida de la gracia, pero ahora te pedimos que atraigas al Espíritu Santo sobre nosotros, y que nos sumerjas en tu vientre Inmaculado, para que – como decía san Agustín – viviendo en esta tierra sumergidos en ti, nazcamos un día para el cielo.

¡Oh Madre! Escóndenos en tu seno Inmaculado y allí aliméntanos del Cuerpo y la Sangre de tu Hijo en cada Comunión, para que nuevamente  –aunque de una manera mística en tu seno– por la acción del Espíritu Santo, se produzca en nuestra vida aquella encarnación a la que estamos llamados todos, y así podamos vivir diciendo con San Pablo “Ya no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí” (Gal. 2, 20).

Oración Final

¡Abbá! Tú que al crearnos infundiste en nosotros el aliento de vida, y tras el pecado nos enviaste a tu Hijo Unigénito para salvarnos, te pedimos, por la intercesión de la Santísima Virgen María, que prepares nuestros corazones, para poder así nacer de nuevo en el Espíritu, dando testimonio de la Verdad. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.