El don del arrepentimiento

3 minutos

3 minutos para alimentar tu corazón con nuestra Hna. Mª Goretti en el día de hoy, 8 de abril de 2020.

3 minutos para alimentar tu corazón con nuestra Hna. Mª Goretti en el día de hoy, 8 de abril de 2020.

No sólo el cuerpo siente el hambre, nuestra alma también está hambrienta, y muchas veces no sabemos cómo alimentarla. En este programa «3 minuos para alimentar tu corazón», los Peregrinos de la Eucaristía te proporcionamos un alimento saludable, que ayudará a tu alma a crecer fuerte y robusta hasta alcanzar la estatura de Cristo, aquella estatura a la que todos estamos llamados. Es el Señor mismo el que nos alimenta con la Eucaristía y con su Palabra, y también se sirve de mediaciones para hablarnos al corazón. No te pierdas estos videos que tocarán diversos temas sobre nuestra fe, dedica 3 minutos de tu tiempo a alimentar tu corazón y transmitir al mundo esa esperanza y alegría que tanto necesita. ¡Dios te bendiga!

Peregrinos de la Eucaristía
EL HOMBRE ES «CAPAZ» DE DIOS
El deseo de Dios

27 El deseo de Dios está inscrito en el corazón del hombre, porque el hombre ha sido creado por Dios y para Dios; y Dios no cesa de atraer al hombre hacia sí, y sólo en Dios encontrará el hombre la verdad y la dicha que no cesa de buscar:

«La razón más alta de la dignidad humana consiste en la vocación del hombre a la comunión con Dios. El hombre es invitado al diálogo con Dios desde su nacimiento; pues no existe sino porque, creado por Dios por amor, es conservado siempre por amor; y no vive plenamente según la verdad si no reconoce libremente aquel amor y se entrega a su Creador» (GS 19,1).

28 De múltiples maneras, en su historia, y hasta el día de hoy, los hombres han expresado su búsqueda de Dios por medio de sus creencias y sus comportamientos religiosos (oraciones, sacrificios, cultos, meditaciones, etc.). A pesar de las ambigüedades que pueden entrañar, estas formas de expresión son tan universales que se puede llamar al hombre un ser religioso:

Dios «creó […], de un solo principio, todo el linaje humano, para que habitase sobre toda la faz de la tierra y determinó con exactitud el tiempo y los límites del lugar donde habían de habitar, con el fin de que buscasen a Dios, para ver si a tientas le buscaban y le hallaban; por más que no se encuentra lejos de cada uno de nosotros; pues en él vivimos, nos movemos y existimos» (Hch 17, 26-28).

29 Pero esta «unión íntima y vital con Dios» (GS 19,1) puede ser olvidada, desconocida e incluso rechazada explícitamente por el hombre. Tales actitudes pueden tener orígenes muy diversos (cf. GS 19-21): la rebelión contra el mal en el mundo, la ignorancia o la indiferencia religiosas, los afanes del mundo y de las riquezas (cf. Mt 13,22), el mal ejemplo de los creyentes, las corrientes del pensamiento hostiles a la religión, y finalmente esa actitud del hombre pecador que, por miedo, se oculta de Dios (cf. Gn 3,8-10) y huye ante su llamada (cf. Jon 1,3).

 

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