2 de Marzo

Con María, recorramos la senda de la humildad

II Martes de Cuaresma

vivir de cara al amor
2 de Marzo

En este tiempo de gracia vamos descubriendo, con la ayuda de la Palabra de Dios, aquello que estamos llamados a cambiar para vivir de cara al amor y a la verdad: Lavaos, purificaos… Dejad de hacer el mal, aprended a hacer el bien. De esta manera, las lecturas nos llevan a meditar si estamos viviendo nuestra fe, o si estamos echando en olvido, a la espalda, los mandatos del Señor. Este debate entre obedecer a Dios o no, se da por la disputa que experimentamos a diario entre la humildad -virtud propia de los hijos de Dios-, y la soberbia -pecado capital que arrastra al hombre a emanciparse de Dios-.

La soberbia es la madre de otros pecados como la ira y la envidia; se manifiesta mediante la exaltación de la propia persona, positiva o negativamente, es decir, bien sea para elevarse, o bien para considerarse como el peor de los hombres sin posibilidad de salvación. Ambos extremos tienen en común que no dan gloria a Dios, ya que rechazan su misericordia y su poder, centrándose únicamente en la miseria humana.

Como ya hemos mencionado, a este pecado se contrapone la virtud de la humildad, que consiste en la consideración de la verdad sobre sí mismo de cara a Dios, es decir, el reconocimiento de que, todo cuanto somos es gracias a Él. Atendamos a las palabras que dirigió en una ocasión Dios Padre a santa Catalina de Siena: «En el conocimiento de ti misma llegarás a ser humilde, puesto que verás que tú, por ti misma, no eres nada y que tu ser viene de mí puesto que os he amado antes de que existierais. Es a causa de este amor inefable que siento por vosotros que, queriéndoos recrear de nuevo por la gracia, os he lavado y recreado en la sangre que mi Hijo único derramó con un fuego de amor tan grande».

Para crecer en la virtud de la humildad, es necesario ser pequeños hijos de la Santísima Virgen María. Ella, poseyendo la plenitud de la gracia, quiso libremente convertirse en la Esclava del Señor. Supliquemos que nos participe de su profunda humildad, para ser así del agrado de Dios.

Compromiso de hoy

Con el auxilio de María, dispongámonos a trabajar la virtud de la humildad. Estemos atentos a cada instante, para aprovechar las oportunidades que Dios nos dará a lo largo del día; una corrección, algún retraso, cambios de planes, tal vez una equivocación o humillación… ¡No las dejemos pasar! Y acojamos con alegría las gracias que la Providencia Divina desea concedernos.