1 de Marzo

«Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso»

II Lunes de Cuaresma

Sed misericordiosos
1 de marzo

Es importante que durante este tiempo Cuaresmal permitamos que la luz del Espíritu Santo nos ilumine, para con su ayuda descubrir la verdad que habita en nuestro corazón.

Con frecuencia el conocimiento de dicha verdad, trae consigo el convencimiento del pecado en que hemos caído y con el que hemos ofendido a Dios, mas no debemos de desanimarnos, sino implorar con corazón contrito su perdón en el sacramento de la Reconciliación y perdonar a quienes nos hayan ofendido. Tal vez pensemos: “¡Qué difícil esto, es demasiado para mí!”, por cuanto son muchas las heridas que aún lastiman nuestro corazón y el rencor echa raíces con el paso del tiempo, pero el Señor nos sale al paso en este día para hacernos ver que aquello que para nosotros es imposible, no lo es para Él, porque DIOS TODO LO PUEDE.

De ahí la importancia de la oración, ya que en ella el Señor nos otorga el bálsamo que sana nuestras almas ¿No sabes cómo empezar o de dónde tomar fuerzas para desterrar de ti el resentimiento y el ansia de venganza que éste mal trae consigo?

Acércate al Corazón de Jesús, y arroja en la llama de su amor todo aquello que has venido cargando y que paraliza tu vida impidiéndote obrar con gratuidad en el servicio al prójimo, por temor a ser lastimado nuevamente. Contempla ese Divino Corazón abierto por ti en la cruz, más aún, entregado hasta ser traspasado por salvar a aquellos a quienes te cuesta perdonar, y déjate contagiar por la pasión de Cristo, únete a Él con la meditación de los misterios dolorosos en el Santo Rosario y al mirarle descubre cómo su amor por cada alma creada por Él, es infinitamente superior al que podamos tener al ser que más amamos. Así, experimentaremos cómo por sus llagas hemos sido sanados y, liberados por fin, correremos ágiles en ayuda de tantos que, sin Jesús, son dominados por el rencor.

Compromiso de hoy

Recemos la Coronilla de la Divina Misericordia que nuestro Señor reveló a santa Faustina Kowalska

(Diario p. 474-476).