III Martes de Cuaresma
Es muy agradable a los ojos de Dios el hombre que deposita su confianza en Él. Azarías dice en su oración: «Ahora te seguimos de todo corazón, te respetamos, y buscamos tu rostro; no nos defraudes, Señor; trátanos según tu piedad, según tu gran misericordia». Es precisamente la Misericordia de Dios en torno a lo cual meditaremos, ya que el Señor ha dicho: «Bienaventurados los misericordiosos porque ellos alcanzarán misericordia».
En el Evangelio, aquel rey perdona la gran deuda porque siente compasión. Si este rey, que no es padre, se compadece y perdona, ¡cuánto más nuestro Padre del Cielo dará su perdón a quien se lo pida! El Señor es compasivo y nos perdona al ver el arrepentimiento de nuestro corazón, y como prueba de su Misericordia instituye el Sacramento de la Reconciliación, donde tenemos la certeza que Dios, en la persona del sacerdote, nos absuelve, nos aconseja, nos levanta.
También aparece la figura del criado que estrangula a su compañero diciéndole: «Págame lo que me debes». Este siervo no realizó el mismo acto que su señor, porque no guardó en su corazón la alegría de ser perdonado, no fue agradecido y fácilmente olvidó el bien tan grande que su amo había hecho por él. Esto suele pasarnos más frecuentemente de lo que pensamos, pues a menudo caemos en el enojo y la inconformidad ante los defectos y faltas de nuestros hermanos, pero no meditamos en que Dios ha tenido paciencia con nosotros y nos ha perdonado mucho más.
Así, «Cristo nos pide dos cosas: condenar nuestros pecados y perdonar los de los demás; y perdonar no tan sólo con la boca, sino desde el fondo del corazón, no sea que volvamos contra nosotros mismos el hierro con el cual creíamos horadar a los demás.» San Juan Crisóstomo.
Pidamos a nuestra Madre Santísima que nos conceda un corazón agradecido para con Dios por su Amor, porque nos espera siempre en el Sacramento de la Reconciliación para perdonarnos, sanarnos, y fortalecernos en la lucha por perseverar en el bien y la caridad para con nuestros hermanos.
2024 Peregrinos de la Eucaristia.