Compromiso de hoy
Vivamos las obras de misericordia que nuestro Señor enseñó en el Evangelio (cf. Mt 25,31-46) y que la Iglesia ha recogido; podemos escoger una para cada día, a fin de vivirlas en las próximas dos semanas:
III Viernes de Cuaresma
«El hombre es creado a imagen de Dios, y Dios mismo es amor. Por eso, la vocación al amor es lo que hace que el hombre sea la auténtica imagen de Dios: el hombre es semejante a Dios en la medida en que ama». (Papa Emérito Benedicto XVI)
El Amor se ha manifestado a nosotros, ha venido a nuestro encuentro para enseñarnos lo que significa realmente amar; Aquel que es el Amor: Nuestro Señor Jesucristo, nos ha amado hasta el extremo de entregar su vida. Nosotros pues, hemos de imitarlo, amando a todos como Él nos ama. Pero, surgirá una pregunta: ¿cómo sabemos si estamos en el buen camino, siguiendo sus pasos y no dirigiéndonos hacia otro lado? Por los frutos lo conoceréis… ¿y cuál es el fruto del amor? Nos dirá santa Teresa de Calcuta: El fruto del amor es el SERVICIO.
Por eso, el doble mandamiento de la caridad implica amar a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como a nosotros mismos. Pues en la medida en que amamos a Dios, podremos amar al hermano, es decir, servirle. Pero, en la medida en que no amemos a Dios, nuestra relación con el prójimo comenzará a debilitarse, a dificultarse, hasta el punto incluso de perderse. Prueba de ello son las falsas relaciones que se entablan en el mundo, las cuales, al estar cimentadas en un concepto errado del amor -que excluye a Dios-, no son verdaderas, se construyen sobre las apariencias, los intereses, y con frecuencia duran poco tiempo.
Volvemos entonces a la clave: El fruto del amor es el servicio. Por ejemplo, el auténtico matrimonio es aquel en donde cada quien busca el bien del otro, es decir, en todo cuanto realizan, buscan complacer a Dios en el amado. De allí que expresara san Juan Pablo II: «Esa es la verdadera finalidad del matrimonio: entregar la propia vida a Dios a través del servicio, del amor libre al otro», y en otra ocasión: «El amor es mirar al otro no para servirse de él, sino para servirlo.»
Pidamos a nuestra Madre del Cielo que encienda nuestros corazones en el santo amor de Dios, para que amándolo a Él por sobre todas las cosas, amemos a nuestro prójimo como Él lo ama; y así nos dispongamos como Ella, a servirles en todo momento.
Vivamos las obras de misericordia que nuestro Señor enseñó en el Evangelio (cf. Mt 25,31-46) y que la Iglesia ha recogido; podemos escoger una para cada día, a fin de vivirlas en las próximas dos semanas:
Obras de misericordia corporales:
Obras de misericordia espirituales:
2024 Peregrinos de la Eucaristia.