El ayuno: un arma poderosa

Viernes después de ceniza

dia 3 de cuaresma
19 de febrero

Dando nuestros primeros pasos en el desierto de la Cuaresma, descubrimos que somos, a semejanza de nuestro Señor, tentados por el diablo. Por esto mismo, la Iglesia a través de las lecturas nos sugiere una práctica de penitencia de la cual todos, en algún momento, sea bien o mal hemos oído hablar: EL AYUNO.

Esta es un arma muy poderosa que Dios nos ha regalado, y que encontramos desde los orígenes en la Sagrada Escritura. Hoy en día, el ayuno es una práctica un tanto abandonada por nosotros los católicos, pero que precisamente por ello, el Señor nos invita a retomarla. Es verdad que muchos dicen “Dios más que ayuno quiere amor y misericordia”; no se equivocan, pero una cosa sin la otra no tiene la misma eficacia… Pues en el campo espiritual, cuando damos algo, es bueno; pero cuando nos damos a nosotros mismos, obramos de modo más perfecto.

Todos podemos practicar el ayuno, ya que no se limita a no comer, implica también privarse de bienes, quizá el café, un dulce, mirar televisión, pasar por un día sin el teléfono móvil; por amor a un bien mayor, o mejor, al único Bien: Cristo. Estas pequeñas privaciones, además de poner a Dios en el primer lugar, fortalecen nuestra voluntad para no dejarnos llevar por lo que la carne y el mundo nos piden, ayudándonos así a gobernar nuestras pasiones en las relaciones con nuestros hermanos, a practicar las virtudes y a crecer espiritualmente.

Compromiso de hoy

Con el amparo de María Auxiliadora retomemos esta práctica del ayuno; además de la abstinencia de carne prescrita por la Iglesia en este día penitencial, hagamos propósitos concretos para vivir el ayuno durante esta Cuaresma; así tanto nosotros, como nuestra familia y comunidades eclesiales se verán bendecidas por el Señor que nos da la vida.