20 de marzo

Sólo Dios basta

IV Sábado de Cuaresma

Sólo Dios basta
22 de febrero

«Jamás ha hablado nadie como ese hombre». Esta expresión que acabamos de leer de los soldados, ha de resonar en lo profundo de nuestro corazón, renovando nuestro amor y agradecimiento hacia nuestro Divino Salvador. ¿Quién soy yo para que Dios me hable, para que me busque y con insistencia toque a mi puerta con las palabras más dulces, elocuentes y eficaces? ¿Quién soy para que la Palabra Eterna del Padre se haya encarnado y ofreciendo su vida como manso Cordero se entregue por mí, sometiéndose a los más crueles tormentos, hasta morir en la Cruz? ¿Quién soy yo para recibirle vivo y glorioso en la santa Comunión? Nunca encontraremos a nadie, ni criatura, ni cosa alguna que sacie nuestro corazón, que lo colme, que lo haga descansar…

Sólo en Cristo Jesús, el Verbo del Padre, nuestro ser es saciado; sólo en Él hallamos respuesta a todos nuestros interrogantes más profundos, porque en Él y por Él fueron creadas todas las cosas. No busquemos otra palabra, otra revelación distinta, otra salvación, otro camino; el mundo nos propone muchos métodos y prácticas para encontrar la felicidad, soluciones aparentes para hallar la paz que tanto anhelamos, pero ya se nos ha dado el Salvador, el ÚNICO QUE DA VIDA ETERNA: ¡JESUCRISTO NUESTRO DIOS Y SEÑOR!

No lo despreciemos, no echemos en el olvido sus palabras como lo hicieron los magistrados y fariseos, que creían cumplir la ley y saber mucho de Dios, pero, enceguecidos por sus mismas ideas y razonamientos, endurecieron el corazón y no fueron capaces de reconocer la visita de su Señor, sino que terminaron rechazándole y dándole muerte.

Vivamos con nuestra Madre Dolorosa esta santa Cuaresma y, refugiados en su Inmaculado Corazón, supliquémosle la gracia de la conversión, para acoger a su Hijo como Ella lo hizo. Él nos habla a diario en la Sagrada Escritura, en la Santa Misa, cuando estamos delante de Él en la Adoración Eucarística y su Palabra resuena en lo más cotidiano; escuchémosle y obedezcámosle abrazando su Cruz hasta el final.

Compromiso de hoy

En este sábado, dedicado a nuestra Madre Santísima, tengamos detalles de amor para con Ella; san Juan Bosco aconsejaba saludar a María cada vez que se pasaba por delante de una imagen suya, diciendo: “Te saludo María, saluda a Jesús de mi parte”. Podemos también entregarle una sonrisa, una flor, una oración, la ofrenda de nuestros sacrificios, darla a conocer…  ¡Todo cuanto el amor nos inspire!