¿Qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos?
Es menester trabajar poco a poco para que el bien destierre el mal que muchas veces brota de nosotros. Cabe recordar aquí a aquella mujer que discutía mucho con su esposo, y a quien su confesor recomendó llenarse la boca con agua bendita, de modo que, cuando sintiese el impulso de responderle con mal a su marido, se abstuviese y venciese así progresivamente la ira: Esta estrategia le valió para aprender a negarse a sí misma y transformar su hogar en casa de paz, pues, como afirmaba santa Mónica: «Para pelear se necesitan dos», y nosotros no hemos de estar dispuestos a ser uno de ellos.