«El amor enseñado por Cristo se expresa en el servicio recíproco, que lleva a sacrificarse los unos por los otros y cuya verificación definitiva es el ofrecimiento de la propia vida “por los hermanos” (1Jn 3,16). Esto es lo que subraya san Pablo cuando escribe que “Cristo amó a la Iglesia y se entregó a Sí mismo por ella” (Ef 5, 25).»