COMPROMISO:
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Extracto del Tratado
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Dios y nuestra Madre de la Eucaristía te bendigan, en este décimo segundo día de la preparación para la consagración a Jesús por María.
Hoy profundizaremos en la cuarta y quinta verdad: CUARTA verdad, La acción maternal de María facilita el encuentro personal con Cristo. María nos acoge a ti y a mi como hijos suyos, ella es tierna y bondadosa, y no rechaza a ninguno de sus hijos por más pecador que sea. Sus peticiones no han sido desoídas por su Hijo
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Ven Espíritu creador; visita las almas de tus fieles. Llena de la divina gracia los corazones que Tú mismo has creado. Tú eres nuestro consuelo, don de Dios altísimo, fuente viva, fuego, caridad y espiritual unción. Tú derramas sobre nosotros los siete dones; Tú el dedo de la mano de Dios, Tú el prometido del Padre, pones en nuestros labios los tesoros de tu palabra.
Enciende con tu luz nuestros sentidos, infunde tu amor en nuestros corazones y con tu perpetuo auxilio, fortalece nuestra frágil carne. Aleja de nosotros al enemigo, danos pronto tu paz, siendo Tú mismo nuestro guía evitaremos todo lo que es nocivo. Por Ti conozcamos al Padre y también al Hijo y que en Ti, que eres el Espíritu de ambos, creamos en todo tiempo. Gloria a Dios Padre y al Hijo que resucitó de entre los muertos, y al Espíritu Consolador, por los siglos infinitos.
Amén.
Salve, Estrella del Mar,
Madre santa de Dios
y siempre Virgen,
feliz puerta del Cielo.
Aceptando aquel «Ave»
de la boca de Gabriel,
afiánzanos en la paz
al trocar el nombre de Eva.
Desata las ataduras de los reos,
da luz a quienes no ven,
ahuyenta nuestros males,
pide para nosotros todos los bienes.
Muestra que eres nuestra Madre,
que por ti acoja nuestras súplicas
Quien nació por nosotros,
tomando el ser de ti.
Virgen singular,
dulce como ninguna,
líbranos de la culpa,
haznos dóciles y castos.
Facilítanos una vida pura,
prepáranos un camino
seguro,
para que viendo a Jesús,
nos podamos alegrar para
siempre contigo.
Alabemos a Dios Padre,
glorifiquemos a Cristo
soberano
y al Espíritu Santo,
y demos a las Tres
personas un mismo
honor. Amén.
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en
Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el
Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su
misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los
hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como
lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abrahám y su
descendencia por siempre.
Amén.
Las Glorias de María
San Alfonso María de Ligorio