COMPROMISO:
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Extracto del Tratado
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Hoy, en este sexto día de la preparación para la consagración a Jesús por María, meditaremos lo que nos dice el Señor: “En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar. Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy sabéis el camino.”
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Ven Espíritu creador; visita las almas
de tus fieles. Llena de la divina gracia
los corazones que Tú mismo has
creado.
Tú eres nuestro consuelo, don de Dios
altísimo, fuente viva, fuego, caridad y
espiritual unción.
Tú derramas sobre nosotros los siete
dones; Tú el dedo de la mano de Dios,
Tú el prometido del Padre, pones
en nuestros labios los tesoros de tu
palabra.
Enciende con tu luz nuestros sentidos,
infunde tu amor en nuestros corazones
y con tu perpetuo auxilio, fortalece
nuestra frágil carne.
Aleja de nosotros al enemigo, danos
pronto tu paz, siendo Tú mismo
nuestro guía evitaremos todo lo que es
nocivo.
Por Ti conozcamos al Padre y también
al Hijo y que en Ti, que eres el Espíritu
de ambos, creamos en todo tiempo.
Gloria a Dios Padre y al Hijo que
resucitó de entre los muertos, y al
Espíritu Consolador, por los siglos
infinitos. Amén.
Salve, Estrella del Mar,
Madre santa de Dios
y siempre Virgen,
feliz puerta del Cielo.
Aceptando aquel «Ave»
de la boca de Gabriel,
afiánzanos en la paz
al trocar el nombre de Eva.
Desata las ataduras de los reos,
da luz a quienes no ven,
ahuyenta nuestros males,
pide para nosotros todos los bienes.
Muestra que eres nuestra Madre,
que por ti acoja nuestras súplicas
Quien nació por nosotros,
tomando el ser de ti.
Virgen singular,
dulce como ninguna,
líbranos de la culpa,
haznos dóciles y castos.
Facilítanos una vida pura,
prepáranos un camino
seguro,
para que viendo a Jesús,
nos podamos alegrar para
siempre contigo.
Alabemos a Dios Padre,
glorifiquemos a Cristo
soberano
y al Espíritu Santo,
y demos a las Tres
personas un mismo
honor. Amén.
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en
Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el
Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su
misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los
hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como
lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abrahám y su
descendencia por siempre.
Amén.
Las Glorias de María
San Alfonso María de Ligorio